Diástasis abdominal, proceso y tratamiento
Comprenderla, prevenirla y manejar los problemas que pueda generar

Para comprender mejor qué es la diástasis abdominal, vamos a hablar un poco de la zona afectada y de su función, y luego entraremos en los problemas que pueden generarse y cómo solucionarlos.
Qué es y para qué sirve el músculo recto abdominal
De entre los varios músculos situados en el abdomen, nos centraremos en el “recto”, un músculo par formado por dos secciones grandes y planas.
Es el más superficial de la zona y, como veis en la imagen inferior, transcurre en vertical (entre las costillas y el suelo pélvico) por la parte frontal del cuerpo. Nace en la parte superior del pubis, y está sujeto a ella por un pequeño tendón.
Cada una de las dos secciones del recto abdominal está dividida a su vez en tres o cuatro segmentos horizontales (unidos entre sí por tendones) que, al ejercitarse, generan las famosas “tabletas” que tanta gente exhibe.
Es un músculo de gran importancia, porque contribuye, entre otras cosas a:
- sostener el cuerpo erguido
- facilitar la flexión de la columna
- mantener los órganos internos en su sitio
- expulsar los contenidos abdominales (orina y heces)
- favorecer la respiración
- posibilitar el parto
Ambos rectos están cubiertos por una fascia (tejido conectivo que envuelve los músculos a modo de bolsa, y permite una movilidad libre y sin fricciones).
La fascia central, entre la sección izquierda y la derecha, es especialmente rica en colágeno y se conoce como “línea alba abdominal”.
Servicios de fisioterapia
Servicios Clínica iPhysio |
· Fisioterapia |
· Nutrición y Dietética |
· Actividades en sala. Pilates |
· Preparación física |
Qué es una diástasis abdominal o de rectos
El término “diástasis” (del griego lejanía, distancia) abdominal o de rectos identifica la distensión anormal (y a veces ruptura) en general superior a los 2 cm, de esa línea alba, en toda su longitud (abierta) o solo en alguna de sus secciones.
Aparte del efecto estético de hacer el vientre fláccido y descolgarlo, y la aparición de pequeños bultos al hacer determinados movimientos (la fascia ya no puede cumplir su función), la diástasis puede complicar severamente la actividad diaria.
Al estar parcialmente inhabilitado el recto abdominal en sus funciones, se pueden generar:
- problemas digestivos (gases, estreñimiento, malas digestiones, …)
- pequeñas hernias
- problemas para estabilizar el cuerpo correctamente
- dolores de espalda, de pelvis, lumbares, pélvicos
- pequeñas pérdidas de orina al toser
- algunas dificultades para realizar con naturalidad ciertas tareas habituales (levantar algo, caminar con soltura, …)
- abdomen incompetente
- flacidez
- disfunciones del suelo pélvico
Si bien en general se detecta a simple vista o con una exploración manual, se aconseja realizar una valoración más exacta de su alcance mediante una ecografía musculoesquelética.
Qué puede provocarla
Para llegar a esta situación hay distintos factores de riesgo, que afectan tanto a hombres como a mujeres, y que deben contemplarse y prevenirse en la medida que sea posible, como:
- no abusar del ejercicio abdominal exagerado y/o las flexiones
- no forzar la zona de manera continuada en ciertos trabajos, y/o ejercitarla debidamente para contrarrestar el esfuerzo
- tratar la tos o los vómitos persistentes
- evitar el aumento de peso
El factor de riesgo por excelencia es el embarazo. La distensión natural de los tejidos abdominales para adaptarse a las nuevas necesidades de espacio, provoca que se debiliten los tejidos conectivos. Para crear ese espacio extra, ambas secciones del músculo se van separando en la zona central, para dejar que el bebé ocupe su sitio. La consecuencia es que la línea alba se va estirando hacia los lados y debilitándose.
Por ello, la diástasis suele aparecer tras el parto o ya en el último trimestre, y acrecentarse al dar a luz por el esfuerzo muscular añadido al “empujar”. Aunque en general en las semanas siguientes la línea alba, que es muy elástica, va volviendo a su formato original, en ocasiones la distensión no se soluciona por sí misma (provocando la diástasis), y suele empeorar con posteriores embarazos.
En muchas ocasiones, esa «tripita» o flacidez abdominal en el postparto no es más que un signo de una diástasis abdominal.
Prevención de la diástasis abdominal
Aparte de evitar los factores de riesgo que hemos mencionado antes, o al menos controlarlos debidamente, el objetivo es no afectar a la integridad de nuestra línea alba. Por ejemplo, acostumbrarse a levantarse de la cama girando sobre un lado e impulsándose con los brazos, evitará en muchos casos una presión innecesaria para la zona abdominal.
Para una buena prevención, hay una serie de ejercicios específicos para fortalecerla, fáciles de realizar en casa, y que puedes consultar con tu fisio, en los que intervienen tanto los movimientos como la respiración. También te aconsejará sobre lo que debes evitar.
El caso de la mujer embarazada
Deben ser dirigidas por un profesional titulado (fisioterapeuta ) con formación concreta en fisioterapia pre y post parto (y también los ejercicios basados en pilates, o la gimnasia abdominal hipopresiva), para garantizar además un correcto seguimiento de la propiocepción y control del esfuerzo sobre toda la musculatura abdominal, que es muy importante (oblicuo interno y externo y sobre todo transverso abdominal).
Como profesionales, no recomendamos acudir a los tutoriales online, ya que no contemplan las circunstancias físicas personales y, en algunos casos, pueden resultar contraproducentes.
Recuerda que tratándose de salud, siempre hay que contemplar y valorar la fisiología y condicionantes individuales.
TRATAMIENTO DE LA DIÁSTASIS ABDOMINAL EN CLÍNICA IPHYSIO
¿Qué hago si creo que tengo diástasis? Lo primero sería una revisión médica y/o ginecológica, y una valoración fisioterapéutica y ecográfica. Después, ya se puede comenzar la rehabilitación.
Se trabaja la flacidez, el dolor lumbopélvico, la incompetencia abdominal y control diafragmático, además de procurar una correcta activación del transverso del abdomen y su coordinación con el suelo pélvico.
Lo importante en este caso, no es la distancia entre los rectos abdominales, es decir los centímetros de separación, sino la funcionalidad del abdomen en el día a día. En casos más extremos, se contempla el recurso a la cirugía, por ejemplo si aparece una hernia o para realizar una abdominoplastia.
Una vez más, llamamos la atención sobre no seguir tratamientos de tutoriales, que son generalistas y no contemplan en absoluto ni las necesidades personales, ni el alcance de la lesión individual, ni la propia evolución.
Hay que tener en cuenta que, en muchos casos, los hipopresivos no activan la musculatura de este abdomen ni ponen en tensión esa línea alba, por lo que no sirven como tratamiento; de ahí la importancia de la individualización del tratamiento y la utilización de ejercicios correctos en cada caso.